Mis BJD


The Temple of Darkness es el nombre que aúna todas mis familias. No se trata de un mundo, ni dimensión ni nada parecido, sólo es un concepto. Todas las familias están formadas por seres de diferentes clases y mundos: algunos de sus integrantes son dioses, otros demonios, otros son híbridos mezcla de la unión de ambos y todos tienen un pasado marcado por la tragedia.
Casi sin saber cómo, sus historias se entrelazarán guiados por el destino...

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-La leyenda de los Olvidados-


    NOMBRE: Cassandra




RAZA: humana/semideidad
EDAD: inmortal, s. XIII a. C. (aparenta unos 24 ó 25 años)
ASPECTO: oscuro y frágil, carácter calmado y apesadumbrado.
OCUPACIÓN: antigua sacerdotisa de Apolo. Actualmente vive de las limosnas de la gente.
INTERESES: el ocultismo y la magia negra, aunque rara vez utilice estas artes.

LLEGADA: septiembre 2010
MOLDE: Angel of Dream Qian
MAQUILLAJE: yo misma
OJOS: morados (en el futuro espero cambiarle el derecho por uno blanco, sin pupila)
PELO: negro, lacio y muy largo (modificación: flequillo cortado por mí misma)

HISTORIA: Cassandra era hija de los Reyes de Troya y sacerdotisa del dios del Sol, Apolo. Debido a esto, poseía una frondosa melena dorada y unos ojos enormes color miel. Su belleza frágil y dulce traía de cabeza a Apolo, que pese a ser consciente de su celibato, insistía e insistía en tomar a Cassandra por esposa, recibiendo siempre la negación de ésta. Pero el dios nunca se dio por vencido y supo dar con el punto débil de la sacerdotisa, ofreciéndole un don privilegiado a cambio de ser desposada: la providencia. Con ella, Cassandra podría adelantarse a cualquier ataque de los enemigos de Troya y así ayudar a sus padres a reinar con tranquilidad. La muchacha, pese a no entusiasmarle la idea de casarse con Apolo, aceptó el trato.
Llegado el día de la ceremonia, Apolo y Cassandra se encontraron al amanecer delante del templo de Atenea. Él puso la mano sobre la cabeza de la sacerdotisa y, cumpliendo su parte del pacto, le concedió el don. En ese instante, Cassandra miró a los ojos a Apolo y vio irremediablemente su futuro: las guerras en las que tomaría partido, las mujeres a las que tomaría por la fuerza, las traiciones a su ciudad, Troya. El corazón de la muchacha se heló inmediatamente y, presa del pánico, se negó a ser esposa de semejante monstruo. El dios del Sol, lleno de ira, maldijo a la sacerdotisa, condenándola a poder visionar el futuro pero sin poder cambiarlo ni evitar todas las desgracias que se cernirían sobre ella y su entorno, ni siquiera poder hacer que nadie la creyera jamás. Apolo concluyó el rito escupiendo a Cassandra en el ojo derecho, cegándolo y dejándolo completamente blanco.
El dios se esfumó y con él toda esperanza y luz. Los cabellos de la sacerdotisa se tornaron negro azabache, y su ojo izquierdo, morado profundo, como símbolo de su desgracia.
Cassandra pasó gran parte de sus días encerrada en palacio; cada vez que predecía algo se desesperaba de tal manera que sus padres le tomaban por loca y le hacían aprisionar en la mazmorra más profunda para no escucharla. Tal como predijo sin que nadie le creyera, Troya fue asaltada por los griegos, desencadenando la guerra más cruel vivida por su gente. Resignada a no poder hacer nada, Cassandra logró escapar de la mazmorra y se desplazó hasta el templo de Atenea para rezar.
Creyendo que bajo techo sagrado estaría a salvo, la sacerdotisa descuidó la puerta y no la atrancó. Áyax, hijo de Oileo, entró al templo para saquearlo y encontró a la sacerdotisa escondida bajo el altar. Allí mismo la violó.
Cassandra, mancillada y derrotada, volvió a palacio para buscar refugio. Sus propios padres, creyéndola un demonio por haber ultrajado el Templo de Atenea y, según ellos, provocado la guerra de Troya, la repudiaron y exiliaron, no sin antes marcarla con dos horribles tatuajes en rostro y manos para que todo el mundo supiera que era el mal encarnado.
Desterrada y humillada, buscó refugio en un templo abandonado del monte Olimpo. Allí permaneció siglos y siglos, y pese a que su aspecto no cambió ni un ápice desde el último día que se la vio en Troya (la saliva de Apolo, a parte de cegarla, le dio la inmortalidad), su corazón se oscureció como la noche y su conocimiento creció más allá de las estrellas. Cassandra se había convertido en toda una eminencia de la Magia Negra.


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NOMBRE: Faust Schwarzkopf
RAZA: humana




EDAD: 530 años (aparenta unos 40)
ASPECTO: solemne, sombrío, taciturno
OCUPACIÓN: alquimista
INTERESES: la ciencia y alquimia y, en menor medida, el ocultismo. Actualmente es médico.


LLEGADA: Noviembre 2010
MOLDE: Spiritdoll Thorn
MAQUILLAJE: Yo misma
OJOS: Gris claro (Spiritdoll)
PELO: melena frondosa y larga muy canosa (gray charcoal Iplehouse)

HISTORIA: Faust era un alquimista nacido en Knittlinger (Alemania) en el año 1480. Pasó los años dorados de su juventud centrado en sus estudios científicos. Su carrera era brillante, estaba llamado a ser el mejor alquimista de toda Alemania.
A los 20 años conoció a la que iba a ser la mujer de su vida, Martina. Ella y Faust fueron muy felices, tanto que a los dos años de contraer matrimonio tuvieron un hijo, Klaus. El alquimista creía su vida perfecta. Su dulce mujer y su hijo llenaban sus días y le daban la fuerza suficiente para seguir con sus estudios.
Debido a su importancia dentro del círculo científico alemán, Faust era convocado para innumerables reuniones, convenciones y charlas, teniendo que pasar temporadas de 2-3 semanas fuera de casa. Martina, escudándose en la ausencia de su marido, empezó a verse a escondidas con un vecino y amigo de ambos, calmando sus necesidades y descuidando por completo al pequeño Klaus. Durante el duro invierno de 1512, Martina aprovechó un largo viaje de Faust y se ausentó más de la cuenta del hogar conyugal, obviando que el hijo de ambos estaba incubando una gripe, que al final, debido a la desatención, tornó en pulmonía. Klaus murió a la tierna edad de 10 años.
Martina, sintiéndose culpable y sin fuerzas para confesar su adulterio, huyó con su amante dejando a Faust sumido en una profunda confusión y en el dolor más amargo. Meses después descubriría toda la verdad acerca de su esposa, pero su pena era tal que ya no tendría fuerzas ni para odiarla.
Faust pasaba sus días preguntándose por qué su pequeño tuvo que perecer a una edad tan temprana. Aquello prácticamente le obsesionó. Presa de la desesperación, se encerró en su estudio para buscar la manera de devolverlo a la vida a través de la alquimia.
Pasaba el tiempo y por mucho que ampliara sus conocimientos, nunca eran suficientes. Todas sus investigaciones acerca del tema daban siempre con el mismo obstáculo, una especie de leyenda de la que nadie sabía apenas nada: la piedra filosofal. Nunca hizo demasiado caso de esa piedra, pues creía que se trataba de eso: pura leyenda. Pero el tiempo no dejaba de pasar y su desesperación de crecer y crecer, así que no tuvo más remedio que indagar sobre ello en profundidad.
Cada vez que sacaba el tema en una de las convenciones o preguntaba sobre la dichosa piedra, todo el mundo le daba la espalda, como si tuvieran miedo de algún tipo de maldición. Viéndose solo, Faust siguió con los estudios por su lado, dejó de viajar y de asistir a reuniones y se convirtió en poco más que en un ermitaño.
Habiendo pasado ya 10 años desde su tragedia, el alquimista se encontraba en casa recogiendo algunos libros que tenía en el trastero del estudio y que no hacían otra cosa que amontonar polvo. Entre ellos encontró uno que parecía que le llamara, que susurraba su nombre. Era el Grimorio de Madeleine. El Libro Oscuro, el Bestiario. Lo había traído a casa su padre cuando él era pequeño. Nunca prestó la más mínima atención a esa enciclopedia, de hecho siempre había mantenido la teoría de que su padre había sido timado por el anticuario que se lo vendió, y que ese libro no era otra cosa que un cúmulo de cuentos y supersticiones. Pero esta vez fue diferente. Se sintió atraído por él, y sin pensarlo ni un segundo, lo abrió por la página que necesitaba. Beelzebú, Señor de las Moscas y Príncipe de los Demonios.
Sin darse apenas cuenta, y quizá preso de un sortilegio, empezó a recitar unas extrañas palabras en hebreo. Sin apenas ser consciente, había convocado al Señor del Infierno. Como en un sueño, sintió como si su cuerpo flotase y el estudio desapareciera alrededor. Sólo quedaron él, una especie de neblina que lo envolvía todo y una majestuosa figura que se erguía frente suyo. Tenía forma de macho cabrío y desplegaba unas enormes alas de murciélago. Apenas podía ver su rostro, que se difuminaba entre la neblina. Sin que Faust abriera la boca, una voz solemne y grave, salida del propio inframundo, se dirigió a él ofreciéndole un trato: su alma por la fórmula de la piedra filosofal. De ese modo no sólo podría devolver la vida a Klaus, sino también a su padre, su madre y resto de seres queridos. Faust, débil y desesperado, aceptó. 
El Demonio estalló en una risa maléfica que retronó como una tormenta. ¡Qué sabía el pobre alquimista de lo que había hecho! ¡De qué poco le serviría la fórmula para conseguir la piedra filosofal! Beelzebú cumplió y confesó la receta: vidas humanas. Sólo conseguiría la dichosa piedra si empleaba en ella cientos, miles de vidas humanas. Fue en aquel momento cuando Faust tomó conciencia de lo que había pactado. Nunca sería capaz de crear aquel talismán, su moral no se lo permitía. Un fuerte sentimiento de frustración e impotencia le recorrió el cuerpo; nunca podría devolver a la vida a su adorado Klaus, tendría que vagar por la eternidad lamentando su marcha y culpándose por haber estado ausente durante su enfermedad. Pero ahí no terminaba todo. El Diablo, que sabe más por viejo que por Diablo, añadió un anexo irrefutable al pacto: impuso a Faust un acompañante por los siglos de los siglos, una especie de penitencia. Dicho esto, se esfumó. 
Todo alrededor volvía a tomar forma y color, y según desaparecía la neblina, una pequeña figura se descubría delante suyo: Mefisto, un pequeño demonio con aspecto angelical, un captor de almas con la apariencia de niño de 9-10 años que le miraba fijamente con gesto de necesitar ser aceptado. Quizá el pacto no había salido tan mal.



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NOMBRE: Mefisto




RAZA: demonio
EDAD: eterna e inmortal 
ASPECTO: niño de 9-10 años, dulce, angelical, calmado
OCUPACIÓN: captor de almas
INTERESES: pese a su origen y raza, Mefisto lo único que tiene de demonio son ciertos aspectos de su fisonomía (cuernos y ojos rojos), su edad y su enorme sapiencia. Por lo demás es todo dulzura y bondad, le encanta ayudar a los demás y sentirse acompañado. También gusta de llevar siempre sombreros y gorras para ocultar sus incipientes cuernecitos y pasar desapercibido entre el resto de mortales.

LLEGADA: por determinar 
MOLDE: LittleFee El Elf
MAQUILLAJE: (cuando llegue: yo misma)
OJOS: rojos
PELO: melenita blanca
MODIFICACIONES: cuernos con epoxi

HISTORIA: Desde los principios de la Creación del Todo, Cielo e Infierno han estado separados estratégicamente por las Montañas del Fin de los Tiempos. Custodiadas por los arcángeles más poderosos a un lado de la frontera y los demonios más peligrosos al otro lado, las Montañas se alzaban rocosas y solemnes separando los dos mundos. 
Ni Beelzebú ni el Todopoderoso tenían ni el más mínimo interés en juntar las criaturas de ambos lados, salvo para las guerras que ellos mismos provocaban para así saciar las ambiciones de sendos egos. Pero no contaban con que todos sus súbditos estaban creados a imagen y semejanza, con sus virtudes y defectos (que también los tenían), y que alguno de éstos podía florecer en cualquier discípulo. Y así fue.
Fue en una calurosa mañana, con un sol de justicia brillando en lo más alto de la frontera, cuando uno de los arcángeles burló la guardia que él y sus congéneres custodiaban en las Montañas. Absorto en un gran sentimiento de curiosidad, el arcángel escogió una de las enormes grietas que se abrían en la roca para asomar la cabeza y ver qué había al otro lado. Y entonces la vio.
Un precioso ejemplar de súcubo se refrescaba en una de las incipientes fuentes que brotaban de la Montaña. Pudo vislumbrar perfectamente a la criatura, su rostro, su cuerpo. Esos majestuosos cuernos negros como el carbón, retorciéndose sobre la frente lisa, culminando en un bellísimo perfil. El arcángel sintió algo que jamás había sentido, una especie de nudo en la garganta, sensación de vértigo, pulso acelerado. Cuanto más la miraba, más le gustaba. Sus ojos almendrados, casi transparentes; los labios carnosos, ligeramente mordidos por dos colmillos blancos como la luz. Los senos, generosos y turgentes, ligeramente humedecidos por el agua; la sensual curvatura de su espalda, que terminaba en dos robustas patas de macho cabrío, cubiertas de un delicado pelaje oscuro, igual que sus cabellos. Sabiéndose distinto al súcubo en todos los aspectos imaginables y consciente del castigo que podía conllevar cruzar esa frontera, el arcángel no pudo evitar sentirse profundamente atraído por aquella bestia y avanzó lentamente hacia ella, desplegando sus majestuosas alas blancas. Tras llevarse un pequeño sobresalto, ella se quedó mirando al alado, casi hipnotizada. Sus rizos dorados, casi blancos, ondeando al viento y sus cristalinos ojos azules se le clavaron en el alma, por muy negra que la tuviese. 
Ambos se acercaron lentamente, el uno al otro. Fascinados, asustados. Finalmente no pudieron contenerse, por una vez sus voluntades sí les pertenecían. Se fundieron en un cálido abrazo y se escondieron en la grieta, donde estuvieron haciendo el amor durante dos lunas. Yaciendo el uno junto al otro, observándose con aquel nuevo y dulce sentimiento, fueron descubiertos por los guardianes de la frontera. Las dos criaturas fueron separadas y encerradas, cada una en su mundo.
El arcángel fue sometido a juicio y su condena fue la muerte.
El súcubo, por su parte, fue custodiado hasta que dio a luz, pues lo que estaba gestando era algo fuera de cualquier previsión y conocimiento, incluso para los Creadores. Una vez parió el híbrido, el demonio sufrió la misma muerte que su amado.
La pequeña criatura nacida en el Infierno fue estudiada durante siglos, vigilando cualquier anomalía en su comportamiento para, si era necesario, tomar medidas y que ningún elemento de la Creación pudiera sufrir ningún tipo de daño. Al ver que el pequeño no suponía ningún peligro, Beelzebú retiró toda vigilancia sobre él; le dio nombre, Mefisto (‘el que ama’, como amargo y satírico recuerdo a sus padres), y lo relegó a tareas menores, sobre todo para su rango: captar almas. Mefisto hacía cortos viajes al mundo de los vivos para captar almas: delincuentes, asesinos, violadores, maltratadores…él era el encargado de llevarlos camino del Inframundo, a cumplir su condena.
El pequeño híbrido acumuló todas las vivencias e historias aprendidas en el mundo de los vivos para ampliar su, ya de por sí, enorme sabiduría. Y es que pese a ser completamente ignorado en el Infierno, nadie sabía realmente qué albergaba en su interior Mefisto. Nadie había reparado en que era la creación perfecta, Cielo e Infierno unidos en un mismo cuerpo, mente, alma.
La leyenda dice que, desde que Mefisto habita el mundo de los vivos de la mano de Faust, cada 100 años dedica un día entero a despedir a todas las almas más puras y bondadosas, para que se puedan ir en paz al otro mundo. Normalmente se les aparece en el lecho de muerte tomando la forma del ser querido desaparecido anteriormente para hacerles el adiós más llevadero.


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 *INCISO: CÓMO SE ENCUENTRAN CASSANDRA, FAUST Y MEFISTO:*

A principios de 1900, Faust decidió emigrar de su Alemania natal, en vista de los tiempos agitados que se avecinaban. Cansado de todo lo que tuviera que ver con la alquimia, cogió todos sus libros y trastos y los puso a la venta en el mercadillo que todos los sábados se organizaba en su pequeño pueblo.
Sentado tras la mesa donde tenía los bártulos, Faust quedó preso de sus recuerdos y pensamientos. ¿Cuánta gente había visto nacer y morir? ¿Cuánto dura la Eternidad? ¿Realmente no había ninguna manera de quitarse la vida? Tan absorto en sus divagaciones estaba, que no se dio cuenta de que alguien le dirigía la palabra. Una extraña mujer de piel pálida, cabellos negros y cubierta con una capucha le preguntaba por el precio de un libro: el Grimorio de Madeleine. Tanto le chocó el interés por ese libro que no pudo evitar quedarse mirándola unos segundos: tenía un rostro exquisitamente bello, en parte tapado con un parche y decorado con un extraño tatuaje. El ojo que tenía descubierto era de color violeta y le miraba fijamente. Casi entre balbuceos, Faust le dijo el precio, que ella pagó instantáneamente sin regatear. Parecía que era algo que buscaba hacía mucho tiempo. Una vez adquirido el Grimorio, la mujer dio media vuelta y desapareció.
Faust tardó segundos en reaccionar, cuando lo hizo recogió todas sus cosas y partió en busca de esa misteriosa encapuchada.
Dio vueltas por todo el pueblo buscándola desesperadamente, pero sin demasiada suerte. Finalmente la encontró sentada cerca del arroyo, acariciando ensimismada la cubierta del libro que él mismo le había vendido.
Faust se le acercó sigilosamente, cosa que no impidió que ella se llevara un pequeño susto y se dispusiera a huir. Él se apresuró a retenerla, cogiéndola de una mano y evitando que volviera a desaparecer. Algo cambió en la muchacha. Cogida de la mano del alquimista, se dio cuenta de algo muy extraño: no podía ver el futuro de ese hombre. Sin embargo, pudo conocer todo su pasado. Pudo ver la muerte de su hijo, los años de desesperación y sufrimiento buscando la manera de devolverlo a la vida. De pronto, las visiones se emborronaban y todo era oscuro.
Por su parte Faust no podía ver nada, pero su condición de discípulo del Diablo le hacía intuir el alma más clara y pura que había sentido jamás. Sintió paz y descanso, y ambos notaron cómo sus corazones perdían oscuridad y ganaban calidez.
Estuvieron sentados toda la tarde junto al arroyo, observándose, conversando, pero sin contarse apenas nada del otro, pues no lo necesitaban. Simplemente se confesaron sus nombres. La comodidad era tal que parecía que se conocieran de toda la vida.
Faust y Cassandra pasaron la noche juntos, se dice que la más apasionada que jamás ha existido. Al amanecer, aún despiertos y abrazados, confesaron sendas maldiciones, así como la existencia de Mefisto. Nada importaba ya, por oscuro que fuera. Entendieron que el destino así lo había querido, debían seguir juntos los tres. Ahora ya tenían quién les amase.

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NOMBRE: Klaus Arvid* Schwarzkopf
*El segundo nombre 'Arvid' es noruego y está puesto en recuerdo a su bisabuelo Arvid Gammelsæter, suegro de Helmuth Schwarzkopf, padre de Faust. Debido a esto se sospecha que por las venas de Faust y Klaus corre sangre de la realeza escandinava...hasta es posible que de alguna deidad. De ahí la fortaleza y el devenir de ambos. 
RAZA: anteriormente humano/ desde hace poco, ángel menor
EDAD: unos 500 años (aparenta 11) 
ASPECTO: semblante triste, ojos cristalinos y sinceros
OCUPACIÓN: sus tareas como ángel se resumían básicamente en mantener ordenado el cielo, predicar la palabra de Dios. Desde que ha vuelto al mundo de los vivos se dedica puramente a los estudios, demostrando que es un niño superdotado.
INTERESES: todo lo relacionado con la electrónica, de mayor quiere ser ingeniero de la NASA, le atrae poderosamente la astrología. A parte de eso, lo único que quiere es volver a ser feliz junto a su padre y su nueva familia.


LLEGADA: enero 2011
MOLDE: Ted de J'Aime Doll, cuerpo Angel Fantasy
MAQUILLAJE: por Bastet_Gatita, remaquillado por mí ^^
OJOS: azules
PELO: castaño


HISTORIA: Klaus murió a los 11 años de edad. Su padre, Faust, estaba todo el tiempo en convenciones científicas fuera de la ciudad, mejorando sus dotes de alquimista. Su madre aprovechó dichas ausencias para encontrarse con su amante, descuidando por completo el hogar y al pequeño Klaus. Éste contrajo un leve resfriado que pronto se convirtió en pulmonía, arrebatándole la vida cuando era un niño.
Debido a esta muerte tan inesperada, nadie contaba con el pequeño ni en el Cielo ni en el Infierno, no aparecía en ninguna lista ni registro. Así que se vio obligado a vagar por el Purgatorio, donde van los espectros de muertes repentinas (suicidios, accidentes inesperados....) y esperan allí a ser deportados hacia el Paraíso o el Castigo Eterno. 
El tiempo pasaba y el dulce Klaus permanecía allí, sin que nadie se acordara de él. Lejos de desesperarse, el pequeño dedicó su tiempo a ayudar a todas esas almas en pena, a que obtuvieran la paz y pudieran seguir su camino. Su conducta fue observada por dos Ángeles Transportadores, los cuales hicieron llegar informes sobre Klaus al Cielo. Al cabo de poco tiempo, se le concedieron un par de alas y el rango de Ángel Menor, cuyas tareas eran predicar la palabra de Dios a las nuevas almas llegadas al Paraíso.
Un día su camino y el de Mefisto, aún en tareas de captor del almas, se cruzaron: el híbrido reconoció a primera vista al fallecido hijo de su actual padre adoptivo, Faust, y no dudó en traerlo de vuelta, desafiando a las leyes celestiales, incluso enfrentándose con el propio Dios. Esta ha sido la única vez que alguien ha plantado cara al Creador sin que éste pudiera hacer nada para remediarlo. Dios, que a veces no es precisamente de Amor, intentó someter a Mefisto como hizo en su día con Samael, pero obvió un pequeño detalle: Mefisto no puede ser convertido en ángel caído, puesto que ya es mitad demonio. Y así se lo demostró, aplacando toda la ira del Creador y usándola para doblegarlo ante él, amenazando con destruirlo si algún día se atrevía a tocar a alguien de su familia. El Cielo enmudeció, y en los ojos de Dios pudo verse por primera vez el miedo.
Klaus y Mefisto volvieron a la Tierra y se hicieron inseparables, llenando de alegría el seno de su peculiar familia. Klaus ingresó en una escuela para niños superdotados, donde pudo dar rienda suelta a todos sus conocimientos y centrándose en temas informáticos. Sus aspiraciones profesionales son elevadas, pero su potencial es enorme, con lo que seguramente alcanzará lo que se proponga.


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NOMBRE: Nibbas

RAZA: demonio
EDAD: eterno, inmortal (físicamente aparenta unos 4 años)
ASPECTO: cara de no haber roto nunca un plato, aunque en realidad sea todo lo contrario…
OCUPACIÓN: bufón del Infierno, siempre al servicio de su amo Mefisto
INTERESES: hacer gamberradas, jugar, tomar el pelo a la gente, bromear. Suele pasar las tardes gorroneando meriendas, es adicto a los dulces y no para de comer en todo el día.

LLEGADA: Noviembre 2010
MOLDE: The Orient Doll Ui Vampire
MAQUILLAJE: venía ya maquillado…es de 2ª o 3ª mano, así que a saber xD
OJOS: rojos
PELO: blanco

HISTORIA: Nibbas es hijo de dos horrendos demonios (cosa que no explica demasiado su dulce aspecto…) que perecieron en la guerra que desataron Cielo e Infierno al principio de los Tiempos. Nibbas quedó huérfano muy pequeño, y fue criado un poco entre todos. Siempre se le ha considerado un desgraciado, sin oficio ni beneficio, y el trato que se le ha dado ha sido cuanto menos humillante. Ha subsistido a base de limosnas que le daban los otros demonios por hacer de bufón y alegrarles un poco los días. Beelzebú, harto de sus monerías, confirió la custodia del pequeño Nibbas a Mefisto, para que lo llevara con él de viaje al mundo de los vivos y así perderlo un poco de vista. Eso estrechó fuertemente los lazos de ambos, que pese a ser amo y sirviente, se trataban totalmente como hermanos.
Pero llegó el día en que Mefisto fue mandado para siempre al mundo de los vivos, como penitencia para el alquimista Faust. Los días felices de Nibbas terminaron para siempre, volviendo a recibir el trato despreciativo del resto de criaturas infernales.
Harto de ser el último mono del Infierno y echando muchísimo de menos a su ‘hermano’ Mefisto, Nibbas no dudó ni un segundo en escaparse del Averno en busca de su amo.
Todavía se le ve vagando por nuestro mundo, buscando desesperadamente a Mefisto, sin demasiada suerte. Muchas veces es tentado por su adicción a los dulces y se aparece en las casas de la gente para saquearles la despensa. Algunos –los más supersticiosos- lo suelen confundir con un duendecillo o un leprechaun, cosa que irrita soberanamente al pequeño Nibbas (pues él está orgullosísimo de ser un demonio). Siempre acaba rompiendo alguna cosa.

        


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(imagen próximamente)

NOMBRE: Tiamat
RAZA: demonio
EDAD: eterna e inmortal 
ASPECTO: muy diminuto, pizpireta
OCUPACIÓN: estudiante de magia negra, alumna avanzada
INTERESES: hacer gamberradas a diestro y siniestro, ser aceptada por su hermano Nibbas

LLEGADA: por determinar
MOLDE: LatiDoll White Laches
MAQUILLAJE: (cuando llegue: yo misma)
OJOS: azules
PELO: blanco


HISTORIA: Tiamat es la hermana pequeña de Nibbas. Es fruto de un desliz del padre de éste con un súcubo, justo antes de partir a la batalla donde pereció junto a su mujer. Tiamat creció escondida por su madre, temerosa ésta de que le arrebataran a su cría por haber cometido adulterio, y cuando tuvo edad fue ingresada en una academia-internado donde aprendería magia negra.
Pese a que nunca fue buena estudiante, pues lo último que le gustaba era seguir órdenes, Tiamat fue siempre una alumna aventajada, mostrando buena destreza en las artes oscuras y una inteligencia por encima de la media. Lejos de ser algo positivo, ésto no la llevó más que a problemas, pues la pequeña usaba su poderoso intelecto para tramar las peores gamberradas jamás imaginadas. En una de las fiestas celebradas en el Infierno, el Sabbath Oscuro, se acercó sigilosamente a Beelzebú, y en uno de sus despistes, cambió el vino de su copa por agua bendita. Esto enfureció muchísimo al Príncipe de los Infiernos, que entre convulsiones y un gran quemazón en el hocico ordenó encerrar a Tiamat en la celda más profunda del Inframundo.
Y allí permaneció durante siglos y siglos. Lejos de escarmentar, la pequeña se hizo un buen hueco en la jerarquía del la cárcel infernal, ganándose el respeto de la mayor parte de los monstruos allí encerrados. Durante todo ese tiempo no cesó de escuchar historias sobre el que descubrió que era su hermano secreto, Nibbas. Todo lo que oía de él eran gamberradas, bromas pesadas y todo tipo de tropelías, lo que hizo que Tiamat se encariñara tremendamente con él. Al salir sólo tuvo un único objetivo: encontrarse con él y demostrarle lo mucho que le admiraba. Y así lo hizo: en cuanto terminó su pena, emprendió un larguísimo viaje hacia el paradero de Nibbas, para no separarse jamás de él.






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-El Monte de la Tragedia-





NOMBRE: Lorelei
MOTE: Lora
RAZA: duende (no se sabe exactamente de qué tipo)
EDAD: inmortal (aparenta unos 4 años)
ASPECTO: frágil, dulce y gracioso.
OCUPACIÓN: duende hogareño, realiza las tareas del hogar a cambio de un techo y un poco de comida.
INTERESES: ayudar a la gente, aprender del resto de duendes, vagar por el bosque en busca de aventuras.

LLEGADA: por determinar
MOLDE: Puki puki Pipi
MAQUILLAJE: (cuando llegue) yo misma
OJOS: verdes (Pupa Paradise)
PELO: pelirrojo - carrot (Fairyland)

HISTORIA: Lorelei debe su nombre al risco alemán Lore Lay, a la vera del río Rin, oeste de Alemania. 
La pequeña duendecilla fue encontrada por un par de klabber ancianos en una de las cavidades de la roca, siendo un bebé de apenas dias. La pareja de duendes, sabiendo que debido a su edad el fin de sus dias estaba cerca, creyeron que aquello se trataba de un milagro, que la montaña a la que durante tantos años habían servido les concedía su último deseo, el que habían estado pidiendo a gritos toda su vida: poder tener una pequeña niña a la que cuidar y dar amor, a la que criar como a su hija, puesto que ellos nunca habían podido tener descendencia. Los klabber, Durin y Rhinna, adoptaron aquel bebé como si fuera suyo y le dieron el nombre de Lorelei en honor a la montaña que –según ellos- le había dado a luz.
Lorelei fue criada y educada como un klabber más: en la bondad y la ayuda al prójimo. Su fin era el mismo que el del resto de congéneres de su raza adoptiva: colarse de noche en las casas de los humanos y realizar sus tareas domésticas a cambio de un techo y algo de comida. 
Pero la pequeña, pese a disfrutar ayudando a los habitantes de aquellas cabañas que siempre olían a pan de centeno recién hecho, sentía que eso no era suficiente para ella, que necesitaba algo más, quería vivir aventuras.
Lorelei aprovechaba cualquier despiste de Durin y Rhinna para escaparse y vagar por el bosque, investigando cada rincón y conociendo a todos y cada uno de los gnomos y duendes que vivían en él.
Una noche de invierno, Lora hizo lo de siempre: acabar sus tareas rápidamente y marcharse a escondidas de la casa para vivir sus aventuras en las profundidades del risco. Con lo que no contaba era con la dura tormenta que acechaba; sin apenas darse cuenta se vio inmersa en una fuerte ventisca acompañada de unos gélidos copos de nieve que la desviaron del camino de vuelta a la cabaña. Lorelei se había perdido. Helada de frío y asustada, fue dando tumbos por el bosque, buscando un refugio donde guarecerse. Cuando ya lo dio todo por perdido, una figura que apenas podía distinguir le tendió la mano desde lo alto de una rama. Muerta de miedo y frío, la duendecilla aceptó su ayuda. 
Aquella figura la llevó hacia una especie de puertecita cavada en la propia corteza de aquel roble centenario. Ese ser vivía en una enorme casita con todo tipo de comodidades y detalles, era la guarida más bonita que jamás pudo imaginar. Su propietario se acercó a la luz de la lamparita de aceite para poder presentarse: era un kobold, un tipo de duende no muy bien visto y que habita en los árboles desde tiempos inmemoriales. Pese a su aspecto de anciano adorable e inofensivo, por todos era sabido que su naturaleza no era muy bondadosa, puesto que gustaba de malmeter entre bichos y razas, simplemente por mero divertimento. A Lorelei no le hizo mucha gracia tener esa compañía, pero afuera la tormenta se ponía más fea por momentos, así que no tuvo más remedio que aceptar el cobijo y la taza de té con miel que el duende le estaba preparando.
Sentados al calor de la lumbre, ambos estuvieron charlando durante toda la noche, comiendo todo tipo de dulces, galletas y chocolates. Tanta amabilidad tenía algo desconcertada a la pequeña, pues sabía que Dul, el kobold, estaba escondiendo algo maliciosamente para atacar cuando menos lo esperara. Y así fue. 
Justo cuando empezaba a despuntar el alba, el duende empezó a interesarse por el origen de Lorelei. Todas y cada una de sus preguntas tenían un aura de maldad, ninguna estaba hecha con el único ánimo de conversar e interesarse por aquella pequeña criaturita. Definitivamente, Dul escondía algo que no tardó mucho en confesar: el verdadero origen de Lorelei.
Ante la estupefacción de la gnoma, el kobold centenario relató la verdadera historia a la niña. Ella no había nacido de la roca del propio risco Lore Lay, ni mucho menos se trataba de un milagro su aparición. Lorelei en realidad era hija de una pareja de duendes escandinavos: por una parte de un auténtico ælfsciene, también llamado ‘duende hermoso’, una criatura excepcionalmente bella y tachada de semideidad debido a que se trataba de un cruce entre un æsir (deidad escandinava) y un álfar (duende considerado el elfo primigenio); y por otra de una princesa älvor, la más bella y delicada de todo el valle Romsdal. Slagfiðr y Ölrun, que era como se llamaban, dieron a luz a un bebé precioso, la pequeña Lora. Al poco de nacer la duendecilla, los semi-elfos fueron víctimas de una jugarreta de Lokki. Éste les hizo creer que las Nornas habían predicho el Ragnarök, incluso que Heimdall había hecho sonar su Gjallarhorn, desatando la batalla entre gigantes y dioses. Atemorizados, los dos duendes decidieron salir de su región para poner a salvo a Lorelei, cuanto más lejos mejor. Exhaustos por la travesía, Slagfiðr y Ölrun encontraron una pequeña cueva en el monte Lore Lay donde reposar por una noche. Viendo que era un lugar seguro, allí dejaron al pequeño bebé, confiando en que después del Ragnarök habría una nueva vida, un hilo de esperanza, y que pronto podrían volver en busca de su hija.
Pero para cuando regresaron a su rescate, al descubrir que todo había sido una broma pesada, ya fue demasiado tarde. Lora ya no estaba allí. Presos de la desesperación, salieron al bosque en su búsqueda, con tan mala pata de que se toparon con el malicioso Dul. Éste, siguiendo los parámetros del peculiar sentido del humor de Lokki, les engañó diciéndoles que lamentablemente Lorelei había sido devorada por los trolls que habitan dentro de las rocas. Slagfiðr y Ölrun, rotos de dolor, volvieron al valle Romsdal, donde lloraron durante lunas la pérdida de su bebé.
Al oír tan horrible historia, Lorelei rompió a llorar y salió corriendo de aquella casa. 
Sin saber cómo, llegó a la cabaña donde Durin y Rhinna –y también ella, en teoría- habían pasado la noche. Acababa de amanecer y los ancianos llevaban un buen rato esperándola, bastante asustados y nerviosos. Al verla llegar deshecha en lágrimas, ni siquiera tuvieron corazón para reñirla.
Pasaron un par de años y la hora de Durin y Rhinna había llegado. Conscientes de la llamada del fin de sus días, se desplazaron hasta el pie del risco, cerca de la orilla del Rin. Acompañados por Lorelei, ambos se tomaron de la mano y se despidieron en la lejanía de la dulce duendecilla. De los pies de ambos duendes empezaron a brotar raíces, y en poco menos de una hora los dos ancianos ya se habían convertido en dos incipientes fresnos. Fue la despedida más bonita y triste que Lora había podido contemplar.
Sabiéndose sola y prácticamente desamparada, Lorelei decidió tomar las riendas de su vida de una manera drástica: abandonaría aquella montaña trágica para poner rumbo hacia el valle Romsdal e ir en busca de sus verdaderos padres. Y así lo hizo.

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NOMBRE: Nergal




RAZA: demonio
EDAD: inmortal (aparenta unos 4 años)
ASPECTO: muy diminuto, es algo travieso y bromista, amén de despistado.
OCUPACIÓN: espía de Beelzebú, aunque debido a su torpeza descubre pocas cosas.
INTERESES: hacer méritos para escalar posiciones en la jerarquía del Infierno. También le gustan las cosas típicas de un niño pequeño: los dulces, divertirse, holgazanear.

LLEGADA: por determinar
MOLDE: RealPuki Aki
MAQUILLAJE: (cuando llegue) yo misma
OJOS: transparentes o rojos (por determinar!)
PELO: negro

HISTORIA: Nergal salió del Infierno con una misión muy clara y concisa: encontrar al fugitivo Nibbas. Decidido estaba a cumplir la misión cuando en su camino se cruzó una dulce duendecilla: Lorelei. Ésta se disponía a partir hacia su tierra natal (y la de sus padres): el valle Romsdal, tierra de los æsir y de los älvar. Nergal llevaba mucho viaje a sus espaldas y estaba cansado y aburrido, pues no había podido cruzar palabra con nadie durante toda la travesía para que no descubrieran ni su misión ni su origen demoníaco. El pequeño diablillo tomó confianza con Lora, le contó sus planes y le suplicó asilo. A cambio, él la acompañaría donde hiciera falta en busca de sus padres. 
Lorelei, que era todo corazón, se apiadó de Nergal y lo llevó a una cabaña cercana. Allí pasarían la noche a cambio de realizar las tareas domésticas de sus propietarios, como siempre hacían los klabber. Lo de vaciar la despensa fue algo que encantó al pequeño diablo. No tanto lo de limpiar la casa. Pero eso se lo dejó a la duendecilla, alegando el cansancio que llevaba arrastrando de tanto viaje.
Lo que iba a ser algo puntual se convirtió prácticamente en una convivencia; Nergal (haciéndose pasar por un duende Wichtel, puesto que daba el perfil totalmente: caprichoso, chantajista e hiperactivo) se quedó a descansar indefinidamente en el risco Lore Lay, aprovechándose de la buena fe y paciencia de Lora, que cada vez que tiraba la toalla y se disponía a partir, veía truncados sus planes: Nergal le ponía semblante triste y ablandaba el corazón de la pequeña duendecilla, reteniéndola unos dias más junto a él.
Así pasaban los dias, limpiando y arreglando las cabañas del lugar a cambio de víveres. Una noche de tormenta, mientras Nergal holgazaneaba en un mullido cojín y Lora remendaba unos calcetines a la luz de una vela, un inesperado visitante se coló por la chimenea de la caseta donde se encontraban: no era otro que Nibbas, que buscando a su amo y señor Mefisto había ido a dar con la montaña rocosa. Se había puesto a nevar ferozmente y buscaba donde guarecerse del frío.
Nergal no se lo podía creer: sin haber movido un dedo, había cumplido la misión. Pero no todo era tan fácil, puesto que Lora y Nibbas habían hecho muy buenas migas y ahora eran realmente inseparables…así que el pequeño espía no tuvo más remedio que ir a la zaga de aquellos diminutos amigos, e incluso que cumplir su parte del trato de acompañarlos al valle Romsdal. Ya habría momento de devolver a Nibbas a la custodia de Beelzebú…o eso creía él. El tiempo pasaba y Nergal cada vez se encontraba mejor en ese mundo de duendes.




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NOMBRE: Nixie
RAZA: duende de agua
EDAD: inmortal (aparenta unos 4 años)
ASPECTO: diminuto, dulce, con cara de no haber roto nunca un plato.
OCUPACIÓN: ayudar a la gente que intenta cruzar lagos, pantanos y ríos del risco Lorelei a no sufrir ningún accidente ni ahogarse.
INTERESES: los dulces, básicamente.

LLEGADA: diciembre 2010
MOLDE: Brownie Momo
MAQUILLAJE: default de FelixDoll
OJOS: azules
PELO: castaño

HISTORIA: Próximamente...


























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NOMBRE: Ölrun (ella) y Slagfiðr (él)




RAZA: Älvor (ella), ælfsciene (él)
EDAD: inmortales (aparentan unos 30 años)
ASPECTO: solemnes, extremadamente bellos y etéreos.
OCUPACIÓN: Ella es la princesa del valle Romsdal, él una semideidad. Tras su unión pertenecen a la alta nobleza de los bosques noruegos.
INTERESES: Mantener la paz en sus tierras, evitar que Lokki saque de quicio a cualquier Dios.
Durante un tiempo se dedicaron casi enfermizamente a buscar a su hija Lorelei, pero ya hace años que la dan por perdida.

LLEGADA: por determinar
MOLDE: Ölrun - Limhwa Leda
Slagfiðr - Lester de Souldoll
MAQUILLAJE: (cuando lleguen) yo misma
OJOS: por determinar
PELO: ella dorado/pelirrojo, él blanco.


  HISTORIA: próximamente...

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-Donde no llega el Sol-




Próximamente...
NOMBRE: Ivar
MOTE: 'el Terrible', Gulrot (zanahoria en noruego)
RAZA: Fossegrimen , tipo de duende escandinavo que vive cerca del agua.
EDAD: inmortal (aparenta unos 5 años)
ASPECTO: pelirrojo y diminuto, travieso.
OCUPACIÓN: ayudar a los pescadores con sus tareas, suele atraer a los peces hacia las redes o cañas a cambio de alimentos y regalos.
INTERESES: todo lo relacionado con la pesca y el agua. También le gusta meter las narices en los tejemanejes de los Dioses (es muy buen amigo de Heimdall).

LLEGADA: Diciembre 2010
MOLDE: Puki puki Pongpong
MAQUILLAJE: default de Fairyland. 
OJOS: color miel
PELO: pelirrojo

HISTORIA: Próximamente...